Así como durante sus años de estudiante Gaudí exhibió un carácter obstinado e individualista, también estuvo presente su compromiso con la defensa de la cultura y la tradición catalanas. Con el tiempo, su arquitectura expresaría este sentimiento que también apoyó de otras formas. Desde su interés juvenil por la historia de Cataluña, Gaudí se mostró como un defensor acérrimo de la región y sus valores, que conservó incluso en los últimos años de su vida. En 1920, cuando la policía intentó evitar un tradicional concurso literario, Gaudí recibió una paliza con porras para luego responder con insultos y gritos.